Cuando hablan del amor, lo asemejan con un sentimiento, porque si fuera así, nadie se casaría, porque los sentimientos se van con el tiempo cuando ya no llenan todo lo que se había conocido de la persona. Los sentimientos solo vienen del corazón, de lo que realmente la razón quiere mostrar, con el abrazo o un beso o un detalle.
El amor es más que eso, para mi (de lo que tengo aprendido) es una decisión, pero ¿por qué? Un predicador, en un retiro sobre cuaresma, nos explicó que Jesús por lo que sentía el se hubiera ido cuando lo estaban amenazando con matarlo, pero no, el decidió quedarse (aún con miedo) y dar lo mejor de su persona. En la vida actual lo vemos asemejado, cuando decidimos terminar una relación por el simple hecho que ya no nos llena o por conocer a alguien más, pero de igual forma cuando se decide ya no sufrir o pensar enfocado en el amor, es allí cuando aceptamos amarnos; pero de igual forma de su condición física, su forma de pensar y las acciones que realizan para uno, es cuando decidimos darnos esa oportunidad para estar ahí.
Para mi, siempre ha sido así, el amor es una decisión, que es más de un sentimiento, te ayuda a tener fuerza de voluntad, es incondicional, sin distinción alguna y es eterno. Aunque cada quien tiene el suyo y con el tiempo va aprendiendo a tener su propio concepto de ello.
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